En fin ahora mismo lo que deseo, lo que aspiro y me inspira es la telecomunicación la telepatía la teleinfamia de haber sobrevivido no muy dignamente una distancia antípoda, antípeda, antiestática, antiestética… putos homónimos, putas parónimas
Con iniciales que suenan a lo que fuiste en un tiempo que en pasado fue futuro, como si lo merecieras, como si yo misma mereciera tanto dolor y angustia de saberme prescindible. Ya lo dije una vez y lo repetiré hasta que esto se me pase: me lo merecía.
Es culpa de mi educación judeocristiana eso de la culpa, de la constancia ante el dolor, de la necesidad de llanto, de la permanencia de angustia.
Todo lo que oigo me remite a vos, como si lo valieses.
También te lo había dicho: eres la beatriz de este inmundo(a) dante, y ninguno se merece esto: vos que yo te piense tanto, yo en pensarte tanto con la infamia de no saber qué significado tengo. Si por lo menos contestaras mis lágrimas bastaría, pero bastado como eres y yo iconoclasta como soy, no podemos con nosotros mismo.
Échate a llorar por mí y cuéntamelo. Yo te he dicho varias veces lo que quería decir, menos una porque es la que me destroza más los huesos y la dignidad: lloro por ti, te pienso, he pensado llorando en ti, no puedo dejar de pensar en ti llorándote.
Es injusto todo pero ¿quién dice que la vida fuese justa?. Si al menos me aclararas algo, sin máscaras, sin íconos, sin reclamos incomprensibles. Pareces el tonto que no eres y yo hago el papel de la tonta que sí soy.
Infame
Infinitamente en mi mente.
Tuya, eso nunca, pero tuya.
Tontamente esto dicho con las vísceras tiene sentido… putayo, putoél.
era un laberinto
miércoles, 9 de enero de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Esto es vida real, y esto ficción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario